Opinión  
Todo es para nuestro bien
Autor: Walter Turnbull
Fuente: periodismocatolico.com 4/14/aaaa

Recuerdo haber escuchado una homilía en media cuaresma. Hablaba de la lamentable posibilidad de haber desperdiciado las dos o tres semanas que habían transcurrido, y la oportunidad de aprovechar el tiempo que quedaba: “Hermanos, que el cumplir más firmemente con nuestras prácticas de cuaresma nos ahorre unos cuantos años de purgatorio, pienso yo que es una buena oportunidad y una buena inversión...”.

Me encantó la forma en que habló del purgatorio -que a muchos católicos modernos nos suena a oscurantismo- sin titubeos; y también la forma en que hablo de las ventajas -para nosotros- de buscar la santidad a través de las obras de piedad.

Tanto se nos ha insistido -y con toda razón- en no buscar a Dios por interés, como una maquinita para solucionar nuestros problemas o para cumplir nuestros caprichos, que a veces nos desviamos al lado contrario: Nos centramos en la culpa y en el sacrificio. Olvidamos que Dios nos creó para la felicidad. vergonzados por nuestros pecados, terminamos por pretender amar a Dios sin esperar nada de él, como si Dios fuera la criatura y nosotros fuéramos Dios. No me mueve mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido...”

En medio de tanta tribulación -enfermedades, crisis económica endémica, guerras interminables, corrupción incurable, terrorismo que avanza, epidemia de inmoralidad- podemos perder la alegría si perdemos de vista nuestro destino final y nos concentramos sólo en lo negativo.

Necesitamos un sano equilibrio. Que los afanes del mundo no nos impidan practicar la oración y el sacrificio y buscar el arrepentimiento y la conversión; y que la visión de nuestras culpas y de nuestra miseria como seres humanos no nos hagan olvidar que el Padre tiene preparada una morada para nosotros, que Dios nos creó para compartir con nosotros su felicidad, y que después del purgatorio está el cielo. El vivir esforzadamente la cuaresma -o lo que quede de ella- es finalmente para nuestro bien. Para llegar a la resurrección hay que pasar por la cruz, pero después de la cuaresma y el Viernes Santo está el Domingo de Pascua.

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