Todavía “colea” el eco de la desagradable noticia de la exposición barcelonesa titulada «me cago en Dios». Han sido multitud las manifestaciones de protesta y repulsa lanzadas desde todas la sociedad española. Incluso las empresas y entidades patrocinadoras del evento se han visto obligadas -de buena o mala gana- a pedir disculpas pública y privadamente y asegurar que jamás habrían apoyado la muestra si hubieran sabido de lo que se trataba (¿?).

Pocos comentaristas han entrado a juzgar el fondo de la cuestión, por lo que me ha parecido excelente el artículo publicado por Santiago Martín en la Razón. Titula su escrito “Cobardes”, y argumenta de esta manera:
“No es la primera vez que los socialistas catalanes patrocinan eventos blasfemos. En esta ocasión el ataque es tan frontal como ostentoso.

Posiblemente pretendan ganar votos (...) Pero detrás de esto hay, ante todo, toneladas de cobardía. No sólo son blasfemos y llenos de mal gusto sino que son unos cobardes. ¿Por qué no hacen una exposición insultando el nombre de Alá? No lo hacen porque saben que muy pronto les acosaría la comunidad islámica y que no tendrían sitio seguro donde esconderse en el mundo. En cambio, meterse con la Iglesia, insultar al Dios cristiano, no sólo está de moda entre esta despreciable progresía sino que les sale gratis. O al menos eso creen ellos (...) Creo que o se toma una decisión que afronte radicalmente el problema de la descristianización de esa diócesis (de Barcelona) o la política de paños calientes sólo va a servir para que el enfermo termine de morirse. Y, para colmo, rodeado de insultos y blasfemias.

Es, a mi juicio, un buen planteamiento. Hay muchos pseudo-progres que saben que no van a padecer violencia por parte de los verdaderos cristianos -ellos sí la hacen, pues asumen que el fin justifica los medios-, pero están contribuyendo a crear en muchas personas ese “cabreo sordo” tan peligroso en la historia de nuestro país. Forman esa fauna relativamente moderna de los “fundamentalistas progresistas”, tan vacía de razones y tan cargada de dogmatismos y demagogia decimonónica. Es una pena que se pierda tanta energía atizando rencores y viejos fantasmas. Y además, y para colmo, mediante tácticas cobardes.--

Comentario de Vicente Oltra: Progresismo del muladar. Todos revolcándose en sus propias heces decadentes. Las heces claro. No digamos si sus heces son decadentes como son ellos de. . .¿cobardes? Algo más será.